13 de mayo de 2012


“Los celos son, de todas las enfermedades del espíritu, aquella a la cual más cosas sirven de alimento y ninguna de remedio”
Michel Eyquem de Montaigne

En plena adicción a la estúpida droga del amor, me pregunto cómo te das cuenta de que ha llegado el momento de curarte. Dolor. Eso es lo que siento al amarte. No, no puedo controlarlo. Tengo miedo. Cada vez más oscuro, cada vez más asfixiante. Miedo de mí. Miedo de esta locura. Jodidos celos… esos que me envuelven en una espiral de oscuridad de la que no puedo salir si no me das la mano. Los mismos que cada noche se cuelan en mis sueños para torturarme de la forma más cruel. Los que me despiertan con un dolor en el pecho que apenas me deja respirar. Cómo superarlos cuando me das silencios a cambio de gritos desesperados. Cómo…

“Los celos se engendran entre los que bien se quieren, del aire que pasa, del sol que toca y aun de la tierra que se pisa.” 
Miguel de Cervantes Saavedra

Me pides que sea racional, y con toda la razón que los celos me permiten te digo que te quiero con locura. Esta es mi forma de amarte, probablemente no sea la mejor pues me está consumiendo poco a poco, pero es la única que conozco. ¿Dónde nace toda esta locura? En la simple idea de perderte, la que me lleva a recrearme una y otra vez en la misma situación. Enséñame a amarte mejor, porque más no puedo hacerlo.

“Los amores más duraderos son aquellos en que uno de los dos amantes es extraordinariamente celoso.” 
Mariano José de Larra


9 de mayo de 2012

La recorro con mis dedos mientras hago los últimos preparativos. Está fría.

El perfecto círculo de su extremo se ajusta con demasiada facilidad a mi sien. Su frío atraviesa mi mente, aunque no es lo único que lo hace. Un ruido sordo. Y acompañado de un último suspiro, un hilo de sangre corre desesperado por mi mejilla.

 -Se aca...bó…

1 de mayo de 2012

La desesperación se agolpaba en mis movimientos al buscarte entre las sábanas. No te encontré. Una mañana vacía sin el calor de tu cuerpo dormido, sin tus besos al despertar. Rodar por la cama esperando a ser atrapada por tus brazos. Aun podía sentir el recorrido húmedo de tus besos por mi espalda, la caricia de tus labios en mi cuello. Apartarme el pelo de la cara para clavar tus ojos llenos de luz en ella. Qué tonta, son solo los rayos del sol intentando despertarme. Aun no. Tus manos aferrándose a mis caderas, mis piernas rodeando tu cintura. Nuestras bocas encontrándose desesperadamente. Un encuentro al despertar que nos deja exhaustos, hambrientos. Hambre de tu cuerpo, de tu piel, eso es lo que tengo. Ganas de devorarte, morderte, saborearte. Ganas de ti. Una invitación que aceptas adentrándote en mí, con sutileza. Pero qué sutileza si ya está todo mi cuerpo temblando, si ya sube por mis piernas ese cosquilleo, si tu boca recorre mis pechos. No puedo aguantarlo más, me agarro a tus hombros con fuerza…


Ya basta de soñar, hoy no estás aquí.

31 de marzo de 2012


Un ridículo pasado tan breve como la décima parte de mi vida. Así es como despierto cada día, con un martilleo que me lo recuerda nada más abrir los ojos. Meses de tinieblas se acumulan a mis espaldas, si, creo que hoy se sumará un día más. Y es que para qué volver la cabeza y mirar hacia atrás cuando lo único que alcanzas a ver son sombras, aquellas que me persiguen incluso mientras duermo. Sombras que entierran el camino que he recorrido durante mis veinte años, como si nunca hubiera dado un paso. Sombras que me alumbran con una tenue luz como la que entra por mi ventana, luz que se cuela a través de ese mar grisáceo de nubes que lleva años tapando el azul verdoso de mi cielo. Simples metáforas que no logran definir la angustia que me acompaña al comprobar como todos sois capaces de contemplar vuestro cielo despejado.

Pero qué difícil es seguir el camino cuando lo único que te acompaña, la soledad, se encarga de asfixiarte a cada paso que intentas dar. Cuando enturbia tu mente bañándola con una locura casi adictiva, cuando convierte el amor en obsesión, los celos en ira… 

Y es esa locura la que cada día me pone a prueba llevándome a mi propio límite, donde todo pierde el sentido, donde el camino se estrecha hasta casi desaparecer. No hago más que dar vueltas sobre mi misma, intentando abrirme paso entre las sombras y aun así no logro ver nada. La desesperación empieza a invadirme y entonces alguien agarra con fuerza mi mano: es él, ha venido a sacarme de las tinieblas.

24 de marzo de 2012



No eres lo que la gente cree que eres, ni siquiera eres lo que ves cuando te miras en el espejo. Solo tú conoces esa mirada que te observa detrás de cada reflejo. Una mirada repleta de temores, de inseguridades. Pero a nadie le importa, pues no son capaces de ver más allá de un simple rostro desaliñado. Dicen que nuestras acciones nos describen, no lo creo. Son los sentimientos, principales testigos, los únicos capaces de relatar hasta el más mínimo detalle de nuestro ser. Sensaciones e intuiciones que nos llevan por el borde de ese desfiladero al que llaman vida. Y eras tú el que caía por el precipicio cada mañana al levantarte de tu cama, el mismo que cada día lo escalaba sabiendo que volvería a caer a la mañana siguiente...
Ahora estás en ese sendero, erguido sobre el abismo, sobre el mundo, más al borde que nunca y seguro de que no podrías caerte ni aunque te empujaran. Miras al horizonte y por fin lo ves: el camino de tu vida. Una vida por la que andarás solo como tú quieras hacerlo, en la que solo existirán los límites que tú establezcas. Un camino definido por sentimientos más oscuros que la propia oscuridad en si misma, capaces de enterrarte como una tormenta de arena en medio del desierto, capaces de hacerte brillar con la luz más intensa, pero los únicos en los que debes confiar a lo largo de tu marcha. 


Adelante: vive, siente, SÉ. 



13 de febrero de 2012


Un grito ahogado sale de su boca mientras cae en un abismo de ocuridad. Pero de que sirve gritar si nadie le oye, si ni siquiera siente ya las lágrimas caer por sus mejillas. Cada pensamiento es un martilleo en su cabeza que no le deja ver el camino por el que andar. Un camino en el que su único acompañante es la soledad. Pero cómo seguir andando si ni siquiera sabe si quiere hacerlo. Esta vez nadie va a cogerle la mano

11 de febrero de 2012



Está claro que cuando el amor no es locura, no es amor. Pero cuando la locura se convierte en dolor, cuando amar duele, ¿sigue siendo amor? Si… Probablemente el amor más fuerte e intenso que hayas vivido nunca. Porque si no te duele, no amas de verdad. Porque el amor no hace latir un corazón, el amor lo hace sangrar. No hay lágrimas si no son de amor, no hay dolor si no es por un amor. El amor nos eleva a nuestra esencia en una combinación perfecta entre el placer y el dolor. El amor es… una forma de vida, una filosofía, una religión. Pero no, el amor no es bonito. Es dulce, es brillante, complicado, intenso, trágico, macabro, doloroso… El amor nos hace libres, libres para soñar, para imaginar, para creer y sentir, para inventar. El amor no mueve el mundo, mueve a las personas y las personas que son movidas por el amor son las que realmente mueven el mundo. El amor es el sentimiento más puro capaz de corromperse con mayor facilidad, convirtiéndose en odio. Pero qué es el odio, sino otra forma de amar: llena de pasión, ira, celos, más poderoso incluso que el propio amor. Esas dosis entrelazadas de odio y amor son las que lo convierten en una droga. Una droga tremendamente adictiva que quita el sentido a nuestra vida cuando no la consumimos y que cuando la tenemos solo podemos esperar con desesperación y angustia al momento en el que se termine. La droga del amor, tan dañina como otra cualquiera pero la única que nos mantiene VIVOS.

El amor es una locura, y esa irracionalidad es la que pone un poquito de cordura en nuestras mentes.



Nos empeñamos en alcanzar la felicidad a toda costa, se convierte en nuestro único objetivo y cuando no lo conseguimos nos sentimos unos desgraciados. La felicidad no existe, al menos no como un objetivo alcanzable. La felicidad es un estado de ánimo que nos acompaña en los buenos momentos y que se esfuma cuando más lo necesitamos. La felicidad es una actitud hacia la vida, una forma de percibir, de sentir.  ¿La clave para ser feliz? Querer ser feliz.