11 de febrero de 2012



Está claro que cuando el amor no es locura, no es amor. Pero cuando la locura se convierte en dolor, cuando amar duele, ¿sigue siendo amor? Si… Probablemente el amor más fuerte e intenso que hayas vivido nunca. Porque si no te duele, no amas de verdad. Porque el amor no hace latir un corazón, el amor lo hace sangrar. No hay lágrimas si no son de amor, no hay dolor si no es por un amor. El amor nos eleva a nuestra esencia en una combinación perfecta entre el placer y el dolor. El amor es… una forma de vida, una filosofía, una religión. Pero no, el amor no es bonito. Es dulce, es brillante, complicado, intenso, trágico, macabro, doloroso… El amor nos hace libres, libres para soñar, para imaginar, para creer y sentir, para inventar. El amor no mueve el mundo, mueve a las personas y las personas que son movidas por el amor son las que realmente mueven el mundo. El amor es el sentimiento más puro capaz de corromperse con mayor facilidad, convirtiéndose en odio. Pero qué es el odio, sino otra forma de amar: llena de pasión, ira, celos, más poderoso incluso que el propio amor. Esas dosis entrelazadas de odio y amor son las que lo convierten en una droga. Una droga tremendamente adictiva que quita el sentido a nuestra vida cuando no la consumimos y que cuando la tenemos solo podemos esperar con desesperación y angustia al momento en el que se termine. La droga del amor, tan dañina como otra cualquiera pero la única que nos mantiene VIVOS.

El amor es una locura, y esa irracionalidad es la que pone un poquito de cordura en nuestras mentes.


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