Está claro que cuando el amor no es locura, no es amor.
Pero cuando la locura se convierte en dolor, cuando amar duele, ¿sigue siendo
amor? Si… Probablemente el amor más fuerte e intenso que hayas vivido nunca.
Porque si no te duele, no amas de verdad. Porque el amor no hace latir un
corazón, el amor lo hace sangrar. No hay lágrimas si no son de amor, no hay
dolor si no es por un amor. El amor nos eleva a nuestra esencia en una
combinación perfecta entre el placer y el dolor. El amor es… una forma de vida,
una filosofía, una religión. Pero no, el amor no es bonito. Es dulce, es
brillante, complicado, intenso, trágico, macabro, doloroso… El amor nos hace
libres, libres para soñar, para imaginar, para creer y sentir, para inventar.
El amor no mueve el mundo, mueve a las personas y las personas que son movidas
por el amor son las que realmente mueven el mundo. El amor es el sentimiento
más puro capaz de corromperse con mayor facilidad, convirtiéndose en odio. Pero
qué es el odio, sino otra forma de amar: llena de pasión, ira, celos, más
poderoso incluso que el propio amor. Esas dosis entrelazadas de odio y amor son
las que lo convierten en una droga. Una droga tremendamente adictiva que quita
el sentido a nuestra vida cuando no la consumimos y que cuando la tenemos solo
podemos esperar con desesperación y angustia al momento en el que se termine. La
droga del amor, tan dañina como otra cualquiera pero la única que nos mantiene
VIVOS.
El amor es una locura, y esa irracionalidad es la que
pone un poquito de cordura en nuestras mentes.
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