13 de febrero de 2012


Un grito ahogado sale de su boca mientras cae en un abismo de ocuridad. Pero de que sirve gritar si nadie le oye, si ni siquiera siente ya las lágrimas caer por sus mejillas. Cada pensamiento es un martilleo en su cabeza que no le deja ver el camino por el que andar. Un camino en el que su único acompañante es la soledad. Pero cómo seguir andando si ni siquiera sabe si quiere hacerlo. Esta vez nadie va a cogerle la mano

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