2 de diciembre de 2014

Ocho semanas.


《Entonces abrió la puerta y entró.  Avanzaba por la oscura y abarrotada sala mientras se quitaba el abrigo. Todo eran caras desconocidas. Algunas miradas se cruzaban. Se fue abriendo paso hasta llegar a la primera planta. Subió unos pocos escalones y echó una mirada por toda la habitación como si buscara algo que mereciera ser visto: gente bailando, grupos charlando, algún borracho, o más de uno... Siguió avanzando hacia la barra en busca de una ansiada copa y entonces, al fondo de la sala, entre uno de esos grupos que bailaba, encontró algo que merecía algo más que ser simplemente visto.

-Amiga, ese chico... el de la camisa vaquera. Le quiero para mí.

A pesar de la seguridad con la que se lo transmitió a su compañera, jamás hubiera imaginado lo literal que iban a ser aquellas palabras: le había encontrado a Él.

Y es que aquella noche tuvieron el primer encuentro de los muchos que aún estaban por llegar. Una tremenda casualidad o simplemente el destino, pero por alguna razón aquella noche los dos estaban en el mismo lugar.》


Ocho semanas han pasado desde ese jueves y aún me siento afortunada por haber entrado en aquel bar.
Puede que haya pasado poco tiempo, pero cuando me cogiste de la mano por primera vez, lo supe: eras la pieza que me faltaba, ya no era necesario seguir buscando más.  Y es que eres una de esas personas que hace que mi risa sea un poco más fuerte, mi sonrisa un poco más brillante y, en definitiva, mi vida un poco mejor. Porque a pesar de tu mala costumbre de hacerme reír cuando estoy tratando de enfadarme, solo tienes un defecto y es no despertar cada mañana a mi lado. Por eso espero coincidir contigo en otras vidas, porque una sola me parece muy poco tiempo. Aunque de momento, ha sido, es y será un placer compartir ésta contigo.



No hay comentarios:

Publicar un comentario